El otro día en la entrevista que tuve y que ya os conté, la chica me dijo "Jo, si nos dieran un euro por cada vez que nos han amenazado viviríamos como reinas durante unos meses". La frase puede parecer un tanto exagerada, pero os garantizo que no es así. Os voy a contar un ejemplo de uno de tantos episodios que viví.
Yo llevaba un servicio en una empresa de externalización y por las características del servicio, la mayoría de las personas que yo gestionaba eran mujeres.
Un día estaba en la oficina con mi compañero, el cuál se encargaba de la administración, y una de mis trabajadoras de más confianza me llamó para avisarme de que venían de camino dos hermanas para "pegarme". En ese momento, llamé a mi jefa de Santiago y se lo dije, avisándola de que si tenía que llamar a la policía, lo haría.
La idea que me habían transmitido es que esas dos hermanas que trabajaban conmigo, venían con sus maridos porque no estaban muy de acuerdo con un tema.
Comenzó a sonar el teléfono, directores de central, compañeros de otras delegaciones... todos dándome su apoyo pero nadie vino hasta mi oficina para estar conmigo por si ocurría algo. He de decir que sí vino la directora de una delegación cercana para darme su apoyo moral. En el fondo agradezco todas las llamadas que recibí ya que en un corto espacio de tiempo, la empresa se volcó en mi situación.
Las hermanas llegaron encendidas, gritando y diciendo de todo. La cara de mi compañero no la olvidaré en la vida, se quedó alucinado!!! No sabía qué hacer ni qué decir. Ahora me río al recordarla aunque en ese momento estaba muy nerviosa.
Como soy partidaria del diálogo, intenté tranquilizarlas, que respirasen profundamente y las invité a sentarse conmigo en el despacho.
Hablé con ellas durante varias horas, intentando ver el problema que tenían, buscando soluciones y sobre todo que se les pasara el cabreo. Mi compañero no sabía si llamar o no a la policía, aunque finalmente no lo hizo. Tampoco hizo falta. Hablé con ellas, les expuse mis argumentos, les expliqué cómo eran las cosas y al cabo de dos horas se fueron tranquilas, como si nada hubiera pasado.
Reconozco que me sentí muy satisfecha de haber sido capaz de controlar esa situación a mis de aquellas 24 años, cuando mucha gente solo veía en mi a una niña, demostrando que era capaz de llevar una situación incómoda y difícil.
Esta es una de tantas experiencias que me pasaron y de las que aprendí muchísimo, tanto profesional como personalmente ya que pulir la paciencia es un trabajo duro.
Creo que todas las personas que quieran trabajar en RRHH deberían vivir una experiencia en una empresa de externalización o en una empresa de trabajo temporal, al menos en mi caso me sirvió de mucho.
Ya llega el fin de semana. La verdad es que esta semana lo necesito para descansar y ponerme al día con el estudio. Espero que lo disfrutéis. Ya sabéis, cualquier cosa que queráis compartir con nosotros, tenéis vuestro espacio para hacerlo.
Un saludo
La becaria de RRHH
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